Resultados de Laboratorio
Dra. Revuelta, ¿qué es la frigidez?
Frigidez es un término conocido tanto por hombres como por mujeres, pero que ya no se utiliza para hablar de las disfunciones sexuales, porque además de que es despectivo, es un término que se refiere a una disfunción global y las mujeres no necesariamente tienen disfunciones globales.
Digamos que la disfunción sexual no es más que un síntoma de algo que está pasando. Así como la punta del iceberg, y la problemática oculta puede ser enorme, muy compleja, por eso las soluciones no son sencillas, no se trata de dar recetas de cocina como prueba con otra pareja, haz otras cosas o renuncia a la vida sexual.
Como se trata de un síntoma, así como la fiebre, tenemos dos vías: o tratamos la fiebre y damos un antipirético o buscamos la causa de la fiebre. Esto pasa con las disfunciones sexuales por lo que hay que estudiar qué hay detrás del síntoma.
¿Cómo se clasifican las disfunciones sexuales en la mujer?
Según la clasificación de Helen Kaplan las fases de la respuesta sexual son:
Disfunciones del deseo. La más frecuente es el trastorno del deseo sexual hipoactivo lo que equivale a un decremento del deseo. La causa número uno de este problema es la depresión. Se ha comprobado que la prevalencia de depresión en las mujeres es muy elevada y conforme las actividades de la mujer han ido cambiando, en la medida que se ha vuelto más independiente y productiva, los niveles de depresión han aumentando. Muchas veces uno de los primeros síntomas de la depresión es una baja del deseo.
Disfunciones de la excitación. Los problemas de la excitación son principalmente por falta de lubricación. Es importante situar en qué etapa de la vida está la mujer, porque si está cursando el climaterio o la menopausia, su problema de lubricación seguramente es secundario a la baja de hormonas y con una substitución hormonal y utilizando algunas cremas locales se soluciona el problema. Si está cursando en otra etapa de la vida que no sea el climaterio ni la menopausia, se deben buscar las causas de este trastorno de lubricación, que en la mayoría de los casos son psicológicas.
Disfunciones del orgasmo. Entre los trastornos del orgasmo está la anorgasmia que es la incapacidad de la mujer para lograr un orgasmo, aún con la estimulación adecuada (excitación).
También se incluyen el vaginismo y la dispareunia.
El vaginismo es una contractura involuntaria de los músculos que rodean a la pelvis durante la relación sexual.
La dispareunia es cuando esta contractura va acompañada de dolor.
El vaginismo en el 99.9% de los casos es psicológico y la dispareunia puede ser causada por irritaciones, infecciones, traumatismo o por alguna cirugía. Si no hay algún antecedente de una causa orgánica que justifique el dolor, entonces podríamos considerar la posibilidad de que el origen sea psicológico.
Cuando se presenta un problema físico la mayoría de las mujeres acuden en principio con el ginecólogo. Por fortuna, los ginecólogos están cada día más sensibilizados con las disfunciones sexuales. Anteriormente algunos médicos operaban a las pacientes para solucionar este tipo de problemas, pero si se trata de una contractura involuntaria, una cirugía no les va ayudar en nada. Lo más importante es que distingan la contractura y aprendan a relajarse.
Causas psicológicas: Dentro de las causas psicológicas hay varios aspectos: unos son los problemas intra psíquicos, es decir, los problemas de la propia mujer. Estos se pueden subdividir en:
Problemas con la pareja: Uno muy frecuente son las "cuentas pendientes"; cuando se van guardando todos los problemas y cada vez que hay alguna situación difícil comienza una discusión, en la cual recuerdan los problemas del pasado. Se ha visto que estas cuentas pendientes son uno de los factores que bloquea el funcionamiento sexual.
También las luchas de poder constituyen un conflicto, sobre todo con estos cambios en los roles que ya no están tan estereotipados y tanto el hombre como la mujer pueden realizar la misma actividad. Cuando los dos son profesionistas, la competencia sobre quién gana más, quién se siente más satisfecho por su trabajo, o si alguno no tiene trabajo, puede provocar como síntoma la disfunción sexual.
Los choques en la educación también son motivo frecuente de conflictos, existen en la sociedad mensajes de doble moral que tanto hombres como mujeres absorben. Aunque parezca difícil de creer hay muchos hombres que ubican a su mujer en el papel de mamá y ama de casa y no como su compañera sexual, les parece difícil separar una imagen de la otra que tiene que ver más bien con las mujeres "malas".
¿Cómo debe tratarse una disfunción sexual?
Lo que es importante es detectar primero de qué tipo de disfunción se trata: si es una disfunción global, una disfunción parcial, primaria, o secundaria.
Hay que hacer una historia clínica para saber si hay factores orgánicos que estén incidiendo en esta disfunción, por ejemplo, la depresión que mencioné anteriormente. Es una posibilidad que siempre se debe de considerar si alguien tiene problemas de deseo. Otro factor que lo puede desencadenar es la presencia de un tumor cerebral; uno de los primeros datos que suele dar un prolactinoma es disminución del deseo. Otra situación puede ser cuando una mujer tiene un antecedente de alguna enfermedad como la diabetes. En este caso es frecuente que tenga alteraciones sexuales y se debe diferenciar si son complicaciones de la enfermedad como podría ser una neuropatía o una vasculopatía, es decir, que tenga una alteración en la conducción nerviosa o en las arterias o vasos, que pueda estar provocando una disfunción sexual. Por esto es muy importante hacer una serie de exámenes para saber a qué nos estamos enfrentando.
En un estudio que realicé en pacientes diabéticas en el Hospital de Nutrición, encontramos que las disfunciones sexuales no eran propiamente una consecuencia de su enfermedad, sino que estas mujeres ya las presentaban. De alguna manera había factores psicógenos por los que ellas ya tenían la disfunción y cuando se desarrolló una enfermedad física, las complicaciones agravaban el problema. Además el hecho de estar enfermas generaba rechazo por parte de sus parejas, (esto es frecuente en medios socioeconómicos bajos) y esto provocaba en ellas una baja autoestima, factor que repercute en el funcionamiento sexual. Estas mujeres pocas veces piden ayuda, piensan que todo es parte de su enfermedad y prefieren cancelar por completo su vida sexual.
Otra situación que hay que tomar en cuenta es que hay muchos medicamentos que interactúan con la respuesta sexual, por lo que es importante saber qué tipo de medicamento está tomando y si puede ser sustituido por otro que no tenga repercusiones en el funcionamiento sexual.
Cuando ya se descartó toda posibilidad orgánica comenzamos a considerar el aspecto psicológico. Se busca identificar cuáles son las causas psicológicas, si se trata de una situación consciente o inconsciente o si la relación de pareja está pasando por momentos difíciles. Conociendo el origen podemos empezar a dar un tratamiento.
¿Con quién debe acudir una mujer que sufre disfunción sexual?
Como mencionaba, las mujeres acuden en primer término al ginecólogo y él les recomienda acudir con un sexólogo. El sexólogo tiene los elementos para dar terapia sexual. Algunos sexólogos son médicos, por ejemplo son médicos psiquiatras y luego tienen una especialidad en sexología, como es mi caso. Por esta razón yo puedo ver los aspectos médicos, los aspectos psiquiátricos como una depresión, ansiedad, o algún trastorno psicótico y dar el tratamiento psiquiátrico necesario y la terapia sexual que se requiera. Hay terapeutas sexuales que no tienen la formación de médico, sino que son psicólogos y se apoyan en los médicos y en los psiquiatras.
¿Cuánto tiempo requiere un tratamiento de este tipo?
Podríamos hablar de un promedio de 6 meses a un año de acuerdo a lo complicado del caso.
Si los factores intra psíquicos (los que están lejanos a la conciencia) son muchos, habrá que trabajar en ellos y puede alargarse el tratamiento.
En cambio hay casos no tan complicados que logramos solucionar en menos tiempo.
¿Qué le recomendaría a una mujer que siente que está teniendo problemas sexuales?
Primero que reconozca que tiene un problema que es el síntoma de algo que está pasando en ella o en su pareja. Necesita investigar qué es lo que está sucediendo y buscar ayuda pronto. Muchas mujeres por pena, dejan pasar el tiempo y en ocasiones su problema se soluciona, pero su relación de pareja se deterioró al grado de no tener solución. Para la disfunción hay solución, así que no hay pretextos para no acudir al médico.
¿A qué edad son más frecuentes los problemas de disfunción sexual?
No hay una edad determinada. Algunas mujeres jóvenes presentan problemas al inicio de su vida sexual. Otras ya mayores pueden presentar alguna disfunción cuando surgen dificultades de pareja, o como consecuencia de algún padecimiento o algún evento fisiológico normal como la menopausia y el climaterio.
El pensar por ejemplo que las mujeres menopáusicas ya están grandes y deben cancelar su sexualidad, es completamente falso. Las mujeres pueden seguir disfrutando su sexualidad hasta el día en que se mueran.
Una situación grave es que la esperanza de vida es mayor en las mujeres que en los hombres, por lo que de pronto hay muchas mujeres que quedan viudas y creen que ahí debe terminar también su vida sexual. Es importante que de alguna manera canalicen su sexualidad, que no se cierren a la posibilidad de tener una nueva pareja. El hecho de decir que el hecho de estar en la tercera edad no pueden tener una vida sexual, es una mentira. Ejercer la sexualidad no es solamente el acto mecánico, el acto fisiológico, sino estar rodeado por una serie de situaciones que tienen que ver con la ternura, el afecto, la cercanía; todo lo que implica la intimidad.
¿Cómo puede prevenirse la disfunción sexual?
Es muy importante que las mujeres tengan una conciencia de su cuerpo y aprendan a conocerlo completamente. Vivimos en una sociedad en la que la educación sexual se enfoca de forma muy distinta hacia los hombres y hacia las mujeres; el niño tiene los genitales a la vista y en nuestro entorno cultural al niño se le aplaude la erección desde que es chiquito, a los papás les parece muy gracioso que cuando le cambian el pañal se hace pipi o cuando el niño se está descubriendo y se ve en el espejo. Por esta razón los hombres integran muchísimo más sus genitales como parte de su cuerpo; en primera porque están visibles y en segunda porque nuestra sociedad parece darle muchísimo valor a la erección.
En cambio, en las mujeres los genitales no son visibles y por lo tanto no se pueden integrar. La única manera de verlos es tomar un espejito y explorarse. Si no se ven, si no hay una cultura que fomente el conocimiento, el significado de los genitales femeninos se convierte en algo oculto, misterioso, sucio y que la mujer no percibe como parte integral de su cuerpo. Sería importante cambiar este enfoque y que así como los hombres integran sus genitales desde que son chiquitos; como un bebé se descubre la mano, los pies y todo su cuerpo, las mujeres pudieran seguir de esa misma manera su desarrollo, conocer su cuerpo y explorarse sin que sean censuradas. Si una mujer no integra sus genitales, no puede imaginarse cómo son, no sabe qué pasa con ellos y de alguna manera (por lo que le han contado) siempre espera que la primera relación sexual sea dolorosa. Si hay un relajamiento de los músculos no tiene porqué ser dolorosa.
Esto aunado a las expectativas que tiene de la primera vez, de que va a ver "estrellitas" o juegos pirotécnicos cuando llegue el momento tan esperado, suele causar decepción en muchas mujeres. Hay muchas expectativas falsas alrededor de la sexualidad.
Otra de ellas es el tabú de la menstruación, un momento que es muy esperado tanto por la familia como por la niña, como si fuera algo mágico que de pronto la convirtiera en un adulto. Este evento fisiológico no significa que la niña alcance ya la madurez necesaria para pasar a la siguiente etapa, no hay que olvidar que hay niñas que empiezan a menstruar a los 10 u 11 años, cuando todavía deberían estar jugando a las muñecas, y las mamás las quieren hacer crecer en actitudes. La menstruación no marca el momento para cambiar a otra etapa de la vida.
¿Qué recomendaciones les daría a los padres sobre la educación sexual de los hijos?
Primero no hay que cerrar los ojos ante todo lo que estamos viviendo en cuanto a la revolución en muchos campos, no podemos retroceder y adoptar la actitud de no hablarles a nuestros hijos sobre las relaciones sexuales y tratar el tema como si fuera un tabú. Lo más adecuado es hablar de lo que existe a su alrededor, explicarles todos los riesgos, todos los métodos de prevención, todo lo que sea necesario para que estén bien informados. Muchos padres creen que darles información es como darle pie a que hagan las cosas, pero no es así, si uno está bien informado puede tomar mejores decisiones. Además en Internet hay muchísima información, y en el tema de sexualidad los sitios de pornografía son los más visitados. La pornografía ilustra, mas no educa. Los padres deben ir resolviendo dudas para evitar que existan vacíos de información que los hijos busquen llenar en lugares inapropiados.
Un mito muy común es pensar que en la adolescencia algo mágico pasa y los adolescentes empiezan a despertar a la sexualidad. Eso es falso, porque todos, tanto niños como niñas, nacemos con nuestra sexualidad y desde que somos chiquitos la tenemos presente. La sexualidad no "aparece" en la adolescencia. Por esta razón, los primeros educadores deben ser los papás y en segundo lugar la escuela. Es una responsabilidad muy grande que no hay que dejar en manos de otros. Si tienen dudas sobre qué decirles o cómo explicarles, es mejor contestarles "no sé, pero voy a investigar", y no "pregúntale a tu maestra". Les voy a dar un ejemplo: un niño de 5 años le preguntó a su mamá: "¿Cómo nacen los bebés?" , en lugar de comenzar una explicación, ella le preguntó: "¿Cómo nacen de qué?", el niño le volvió a preguntar: "¿Con ropa o sin ropa?" La respuesta que el niño necesitaba era mucho más sencilla de lo que la mamá creía. Los padres van sabiendo qué es lo que sabe el niño de acuerdo a lo que va preguntando.
Es muy importante no dejarle dudas, porque esas dudas se pueden llenar con información que no necesariamente es educacional.
Otra recomendación es llamarle a las cosas por su nombre. A lo mejor nos cuesta mucho trabajo porque nunca nos sensibilizaron a hacerlo cuando éramos chiquitos, pero es importante llamarle a cada parte del cuerpo como se llama.
¿Funciona la píldora para las mujeres que es equivalente al viagra?
Yo creo que esto no ha dado tantos resultados como en los hombres por que los factores alrededor de la disfunción femenina son diferentes; tienen más que ver con aspectos psicógenos.
Además como que no es muy común que las mujeres quieran participar en las investigaciones, en los protocolos de investigación, donde hay que hacer una serie de cuantificaciones y de procedimientos que a muchas mujeres les da pena y prefieren evitarlo. De alguna manera se ha puesto más énfasis en el estudio de los hombres por que hay más investigadores hombres y les preocupa más su sexo. Ellos perciben un problema de disfunción eréctil como un atentado contra su masculinidad, ya que socialmente la erección significa poder, control. Las mujeres no se preocupan tanto por la disfunción como los hombres, porque para las mujeres hay otra serie de elementos que podrían cubrir o suplir esta disfunción, por ejemplo la atención a los hijos.
¿Algo que quiera agregar?
Yo creo que es importante que las mujeres nos adueñemos de nuestro cuerpo y nos conozcamos a fondo. Por lo general sólo nos damos cuenta de que tenemos un cuerpo cuando nos duele.
Un buen ejercicio para tratar de ponernos en contacto con nuestro cuerpo es sintiéndolo en cada una de nuestras actividades cotidianas. Por ejemplo, al bañarnos, ¿qué sentimos cuando nos toca el agua, al enjabonarnos o cuando nos ponemos crema? Normalmente nuestros actos son automáticos y nunca nos ponemos a reflexionar si estamos relajadas, si nuestro cuerpo está cómodo.
No dejamos de pensar un momento: en las actividades, en los deberes, en las preocupaciones... pero ¿cada cuánto nos ponemos en contacto con nuestras propias sensaciones?